Inanna/Ishtar era una diosa joven y por suerte, para ella, había logrado entrar en el consejo de los dioses; tenía asignado un dominio en una tierra lejana al noreste de Sumeria, la Tierra de Aratta, lugar según los expertos historiadores ubicada entre el actual Irak (Persia) y el mar Caspio. Pero Inanna tenía ambiciones mayores que ser la diosa de una población fronteriza del imperio. En la ciudad de Uruk se erguía el gran templo de An/Anu, al que este venía sólo durante sus ocasionales visitas de estado a la Tierra; e Inanna puso sus ojos en esta sede del poder.
Después de maniobrar hasta conseguir la posición de diosa de Uruk y señora del templo deAn/Anu, Inanna/Ishtar recurrió al fraude para potenciar la posición de Uruk, así como sus propios poderes. Lejos, Eufrates abajo, estaba la antigua ciudad de Eridu —el centro de poder de En-Ki—. Sabiendo la diosa de los grandes conocimientos del dios en todo tipo de artes y ciencias de la civilización. Inanna tomó la decisión de rogar, pedir prestados o robar estos secretos. Intentando utilizar, obviamente, sus encantos personales.
Inanna se las ingenia para visitar a su tío abuelo, En-Ki, a solas. Este hecho no le paso desapercibido a En-Ki, que instruyó a su visir Isimud para que preparara cena privada para dos. En-ki quien vive ahora en el Apsu, las profundidades acuáticas del interior de la tierra, era invocado en conjuros mágicos y rituales, y por tanto era considerado como un sabio entre los dioses, a quien se consultaba para encontrar soluciones a cuestiones difíciles. Por otra parte, su apetito sexual y su debilidad por la bebida dan cuenta de la imperfección de la vida sobre la tierra.
Inanna/Ishtar aprovecho esta debilidad y feliz y bebido, En-Ki estaba preparado para hacer cualquier cosa que le pidiese Inanna, y esta, audazmente, le pidió las formulas divinas (las Me que ahora custodiaba el dios) , que eran la base de una elevada civilización. En-Ki le dio alrededor de un centenar de ellas, entre las que estaban las formulas divinas pertenecientes al consejo de los dioses, la realeza, las funciones sacerdotales, las armas, los procedimientos legales, la escritura, el trabajo de la madera e, incluso, el conocimiento de los instrumentos musicales y de la prostitución del templo. Se indica que en Uruk nacería la escritura, así vemos la importancia histórica de esta ciudad, diremos que la diosa intervino en ello al conseguir recuperar las Me
Para cuando En-Ki despertó y se dio cuenta de lo que había hecho, Inanna ya estaba volviendo a Uruk. En-Ki ordenó perseguirla con demonios y sus terribles armas, pero fue en vano, pues Inanna se había ido a toda velocidad. Trayendo nuevamente a la casa del cielo las Me, y con ella los secretos de la cultura.
Lo que se tiene en esta historia es que cuando su padre Nannar/Sin fue enviado al exilio, este se asentó al norte, en lo que hoy sería Siria y Anatolia; en este lugar los dioses celestes (sol, luna y estrellas) tuvieron primacía; siendo la triada Sin, Shamash e Ishtar los dioses de la región. Cuando Asiria invadió Mesopotamia trajo de vuelta a los dioses exilados; y de alguna forma, aunque Inanna/Ishtar no reemplazó a Bel-Marduk en el control de los cielos, Inanna o Ishtar como la diosa de la guerra y del amor y bisnieta de An/Anu, se gano por si misma y para si misma un lugar importante entre los grandes dioses del cielo y de la tierra.
No hubo diosa más grande en todo el oriente próximo que Inanna o Ishtar; su influencia fue tan importante que su nombre aparece desde Egipto hasta Anatolia, pasando por Fenicia y Siria; desde Arabia a Persia, atravesando toda Mesopotamia. No sólo supero a sus consortes masculinos, sino también a todas las diosas de la región. El nombre Ishtar es conocido como: Astarte por los fenicios; entre los acadios Astártu; Anahit en la antigua Armenia; Astar en Abisinia (actual Etiopía); Athar en Arabia y Anat en la mitología caldea; es Asera o Asherah entre los semitas, fue Afrodita entre los griegos. Ishtar equivale al nombre hebreo Esther, que se traduce al latín a Estella, al germano Stern, al ingles Star, y al español Estela; todos dicen simplemente “estrella” en alusión al planeta Venus, la más brillante de todas las estrellas.
Si estamos en el hemisferio sur del planeta, vemos a la estrella en el punto más bajo, y si estamos en el hemisferio norte, la vemos en el punto más alto. Además, podemos imaginarla en el extremo de esa curiosa figura de 8 deforme que se llama "analema" que refleja la traslación del planeta con el eje inclinado y la excentricidad de la órbita.
Esta diferencia no se debe a que el Sol se haya movido, pues siempre permanece fijo en el centro del Sistema planetario, sino porque el planeta en el que estamos tiene el eje de rotación inclinado (y una inclinación fija), y su traslación orbital hace que nuestro ángulo de visión del Sol cambie significativamente cada semana.
Si pudiéramos ver el firmamento a la luz del Sol, veríamos a la estrella en la frontera entre las constelaciones de Géminis y Tauro, aunque al trópico correspondiente se le denomina "Trópico de Cáncer", pues los nombres de los dos trópicos (Cáncer y Capricornio) están desfasados. De hecho, durante los últimos 2000 años, tal trópico ha sido "de Géminis" porque durante esos 2000 años (2000 órbitas de la Tierra) durante el día del solsticio la constelación de Géminis estaba al otro lado del Sol.
Pero también veríamos debajo del Sol a la constelación de Orión. O al Sol sobre el brazo elevado de Orión.
Toda una firma cósmica de final y comienzo de año determinado por el solsticio. El ecuador celeste es la línea que pasa por el Cinturón de Orión. Es el reflejo del ecuador de la Tierra en el cielo espacial. Desde el hemisferio sur vemos la escena al revés.
Las siguientes vistas son del umbral del amanecer en ambos solsticios en los que el planeta está en puntos contrarios de su órbita, separados por una semicurva (180 grados) o por 6 meses (cronológicamente hablando).
Si estamos en el trópico de Géminis/Tauro (hemisferio norte 23º norte) a las 12 del mediodía del día del solsticio de junio (como las personas que viven en Egipto), estamos justo entre el Centro de la Tierra (Corazón de la Madre) y el Centro del barrio planetario (el Sol) y ninguna forma hace sombra en un cierto radio a nuestro alrededor. Y a su vez, el Sol está entre la Tierra y la constelación de Orión. Podemos decirlo también como que una persona que está en el trópico (a 23 grados norte) está literalmente "debajo del Sol" aunque el planeta no está nunca debajo del Sol si tomamos como referencia el polo norte de la Tierra y el polo sur del Sol. ¿Acaso en el amanecer o en el anochecer dirías que estás debajo del Sol o el Sol está encima de ti?
Así podemos comprender que durante el solsticio (tanto el de junio como el de diciembre) la humanidad dispersa entre ambos hemisferios experimentemos temperaturas con una diferencia de 40 grados. Mientras en el hemisferio norte hace calor, en el hemisferio sur, como por ejemplo en el sur de Sudamérica, hace frío. De hecho es invierno en el hemisferio sur, pues tal franja del planeta recibe la misma potencia calorífica que el propio casquete polar norte.
En el hemisferio norte, la noche del solsticio de junio es la más corta de todo el año, y como en tal hemisferio es donde está la mayor parte de la superficie de tierra, también habita en él la mayor parte de la humanidad, y por tanto está la mayoría de las grandes ciudades, aunque al ser noches cortas el gasto de dinero en luz eléctrica es poco comparado con el enorme gasto en las largas noches del solsticio de diciembre, y como también son noches cálidas, apenas hay gasto de dinero en calefacción. El gran gasto de dinero (y su ingreso en comercios y en el negocio turístico y en la administración) no se produce por comprar como en las fiestas de navidad en el solsticio de diciembre, sino por procurarse las vacaciones de verano. Aunque no solamos saberlo ni pensarlo, las costumbres y rutinas de nuestras economías -y de cualquier aspecto de nuestra actividad "vital" tal como la concebimos y practicamos- están absolutamente condicionadas por la inclinación del eje de rotación del planeta Tierra.
El solsticio ocurre tras 1/4 de órbita (distancia equivalente a 13×13 soles) durante 13 semanas (3 meses) desde el equinoccio del 21 marzo.
Así se ven las cuatro caras del planeta durante el solsticio: la del amanecer, la del mediodía, la del anochecer y la de la medianoche.
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Si viajamos a la latitud del círculo polar ártico y pasamos un día completo (un giro del planeta) no vemos al Sol ocultarse en ningún momento. En la medianoche lo veríamos justo sobre el horizonte, y en el mediodía lo vemos un poco más arriba en la misma línea vertical. Y lo contrario ocurre en el polo sur: no vemos al Sol en ningún momento. Es pleno día polar en el norte y plena noche polar en el sur. La situación viceversa ocurre cada 22 de diciembre.
Se le llama "solsticio" en referencia a "sol estático", aunque realmente el Sol, como centro de su sistema de planetas, siempre está fijo, de modo que lo que "se detiene" es algo en referencia a la Tierra, aunque no a su rotación ni a su traslación, sino al ángulo que cada punto de la Tierra forma con el Sol a una misma hora cada día, pues durante 3 días a una misma hora ese ángulo no cambia significativamente, y por eso el Sol aparece en el mismo punto del cielo durante esos 3 días.
Gea hace una reverencia a Helios.
Este es el curioso aspecto del umbral del amanecer en ambos solsticios (de junio y de diciembre) cuando América está amaneciendo.
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